sábado, 19 de junio de 2010

E vós, quem dizeis que eu sou? (Port/Esp)


Português:
E vós, quem dizeis que eu sou?
Meus caros irmãos e irmãs já estamos no 12º Domingo do Tempo Comum. Este domingo a temática é a pergunta sobre quem é Jesus Cristo para nós?

A partir dessa pergunta de Jesus, Pedro responde que Ele é o Messias, o Filho de Deus. E hoje, para ti, quem é Jesus? Qual seria a sua resposta? Jesus é significativo para ti? Jesus está presente nos seus pensamentos, desejos, opções, atitudes e atos? Jesus é somente uma referencia histórica, social ou de fé? Cada um de nós tem uma expência diferente do outro, por isso eu cada um Jesus se revela diferete.

Na segunda leitura (Gal 3, 26-29) diz que todos somos filhos de Deus pela fé, que estamos incorporados a Cristo pelo Batismo, que estamos revestidos de Cristo. Pelo simples fato de estar batizados já somos cristãs. Claro que devemos estar sempre alertas, que nem todos os que são batizados seja realmente cristão, nós somos chamados a ser cristãos não de carteinhinha, mas de vida concreta, de vida na massa, de ser fermento no mundo, para fazer a diferença.

Isso de ser cristão, é nada mais nada menos que seguir radicalmente a Jesus; “se alguém quer vir após mim...”, dice Jesus no evangelho; aquí podemos ver um sentido mais dinâmico este seguimento de Jesus. Entre outras muitas coisas, assumir o sofrimento:
  • “É necessário que o Filho do homem padeça”, diz o Evangelho;
  • também no Evangelho: “se alguém quer vir após mim, renegue-se a si mismo, tome cada dia a sua cruz e siga-me”;
  • o Senhor nos dá a graça para poder vencer os nossos pecados, como nos diz a primeira leitura (Zac 12,10-11;13,1).
Para seguir a Jesus temos que assumir o sofrimento de ir contra correnteza ao que o mundo nos está impondo. Esta pode ser a cruz que millares de cristão estão levando hoje: as próprias limitações humanas.
Pe. Lucimar, sf

Español:
¿Quién dice la gente que soy yo?
Estamos en el domingo XII del tiempo ordinario. En este domingo se nos viene a interpelar sobre quién es Jesucristo para nosotros.

A partir de esta pregunta de Jesús, Pedro responde que El es el Mesias. Y para ti ¿quién es Jesús? ¿Cuál es tu respuesta más íntima? Una respuesta que no sea aprendida, sino vital. ¿Es significativo Jesús para tu vida? ¿Está presente en tus pensamientos, deseos, opciones, actitudes y actos? O ¿es simplemente una referencia social, un sentimiento recurrente en momentos más difíciles? Fijaos que es sustancial lo que cada uno responda a esta pregunta. Todos tenemos una respuesta, aunque no esté verbalizada. Tendríamos que conocer nuestra respuesta y saber contrastarla con el Evangelio, por si tenemos que purificar nuestra imagen de Jesús.

Jesús dice de él mismo que tiene que padecer, ser desechado por los sumos sacerdotes, que su destino es morir para luego resucitar. Es decir, deja claro a sus discípulos que su ser y su misión pasan por la cruz. Es un gran misterio de la personalidad de Cristo: el hecho de asumir libremente la muerte y la cruz. Sin este misterio no podemos comprender a Cristo.


En la segunda lectura (Gal 3, 26-29)  se nos dice que somos Hijos de Dios por la fe, que estamos incorporados a Cristo por el Bautismo, que estamos revestidos de Cristo. Por el hecho de estar bautizados somos ya cristianos. Por eso ser cristiano es, además de estar bautizado, seguir a Jesús; “el que quiera seguirme...”, dice Jesús en el evangelio; es pues una actitud dinámica, que supone una identificación o asimilación. Cristo es nuestro modelo, a quien nos tenemos que parecer en actitudes y actos.

Las lecturas de este domingo dejan claro que el seguimiento a Jesús requiere, entre otras muchas cosas, asumir el sufrimiento:
·          “el Mesías tiene que padecer”, dice el Evangelio;
·          también en el Evangelio: “el que quiera seguirme que se niegue a sí mismo y cargue con su cruz cada día”;
·          el Señor nos da la gracia para poder mirar al que atravesamos con nuestros pecados, dice la primera lectura (Zac 12,10-11;13,1).

Para seguir a Jesucristo hay que asumir el sufrimiento que ello conlleva. Seguir a Jesucristo es entrar en comunión con su destino, que no fue otro que la cruz. Es cierto que triunfó sobre la muerte y la cruz; pero, en primer lugar, su destino, irrenunciable para sus seguidores, es la cruz.
P. Lucimar, sf

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