sábado, 3 de julio de 2010

14º Domingo do Tempo Comum (Port/Esp)

Portugués:
“Grande é a messe, mas poucos são os operários”
Meus queridos irmãos e irmãs, a paz de Jesus, Maria e José. Uma vez temos a grande oportunidade de celebrar a nossa fé no dia da Ressurreição de Jesus. Já estamos no 14º Domingo do Tempo Comum.

No domingo anterior a palavra de Deus nos orientava sobre os dom da vocação, da chamada que Deus faz a todos nós, hoje a litugia nos indica palavra missão, para que meditemos durante toda esta semana. São duas realidades (vocação e missão) eclesiais inseparáveis.
  
O contexto de tudo isso está justamente no seguir a Jesus. Hoje Jesus envia de dois em dois (para que acreditem no que estão anuncindo) esta numeração de 72 significa que todos (os que acreditam que Jesus é realmente o salvador, o Filho de Deus) são enviados. A mensagem que devem anuciar é a do Reino: “O Reino de Deus está próximo”.

Na Primeira Leitura do Profeta Isaías (Is 66, 10-14) nos fala da confiança em Deus, e ao mesmo tempo mostrando uma imagem mais concreta e expressiva dessa confiança: “Seus filhinhos serão carregados ao colo, e acariciados no regaço. Como uma criança que a mãe consola, sereis consolados.”. Essa é a demostração de confiança que nós devemos ter para com Deus: como uma criança nos braços da sua mãe, porque esta mãe é a que sabe o que o seu filho necessita.

Na Segunda Leitura (Gal 6, 14-18), São Paulo nos expressa com toda claridade que o mundo não tem nenhum valor para ele, por isso tudo que existe neste mundo já estão mortos para ele. “O mundo está crucificado para mim e eu para o mundo”.

No Evangelho (Lc 10, 1-20) podemos ler e imaginar envio dos 72 discípulos. A relação deste texto de são Lucas com as demais leituras anteriores é uma pura confiança no poder absoluto de Deus. Só de imaginar os conselhos de Jesús: “eis que vos envio como cordeiros entre lobos” – é uma frase que certamente assusta, porque já está indicando que os perigos das missão são sérios. Mas este é o preço da “Nova Evangelização”. Não podemos esquecer que as instruções são certeiras: não levar dinheiro, nem bolsa, nem calçados agum. Ou seja, Jesus os envia podemos dizer que aparentemente desprovidos de tudo que seria necessário humanamente falando, com isso podemos entender que os discípulos deveriam confiar plenamente nas mãos providentes de Deus, e não somente nas suas capacidades humanas.

A missão é a de anunciar o Reino de Deus, mas Jesus também deixa uma coisa muito importante, clamar a Deus para que envie mais operários, porque a messe é grande. Temos muitas pessoas que necessitam de Jesus, necessitam de uma palavra de consolo espiritual. Roguemos a Deus com total confianza, porque ele sabe o que necessitamos .
Pe. Lucimar, sf   
Español:
La mies es abundante, pero los operarios pocos
Mis queridos hermanos en Jesús, María y José. Es una gran oportunidad celebrar un domingo más nuestra fe. Ya estamos en el 14º Domingo del Tiempo Ordinario.

El domingo anterior la palabra de Dios nos direccionala hacia el don de la vocación, de esta llamada que Dios hace a todos nosotros, hoy ya nos indica otra palabra para que meditemos a los largo de toda esta semana, que es la misión. Son dos realidades (vocación y misión) eclesiales inseparables.
 
El contexto de todo esto es justamente el seguimiento a Jesús. Hoy Jesucristo envía de dos en dos (para que sea creíble su anuncio) y a setenta y dos (a todas las gentes). El mensaje es el Reino: “Está cerca el Reino de Dios”.

En la Primera Lectura del Profeta Isaías (Is 66, 10-14) se nos habla de la confianza en Dios y se nos da una imagen muy dulce, pero a la vez muy concreta y expresiva de cómo debe ser esa confianza. Así se nos describe esa imagen: “Como un hijo a quien su madre consuela, así os consolaré Yo. Como niños serán llevados en el regazo y acariciados sobre sus rodillas”. Así debe ser nuestra confianza en Dios: como un niño en los brazos de su madre, que sabe que todo lo tiene, pues la madre sabe todo lo que necesita su niño.

En la Segunda Lectura (Gal 6, 14-18), San Pablo nos hace saber que ya el mundo no tiene ningún valor para él, que el mundo y lo que éste significa están muertos para él. “El mundo está crucificado para mí y yo para el mundo”. Y nos trae esta Lectura la famosa frase del Apóstol: “No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo”.

En el Evangelio (Lc 10, 1-20) hemos escuchado el relato del envío de los 72 discípulos. Y pareciera que este texto evangélico no tuviera mucha relación con las Lecturas anteriores. Sin embargo, la forma en que Jesús envía a los 72, requiere de sus discípulos una confianza absoluta en el poder de Dios. Como “corderos en medio de lobos” - La frase de los corderos y los lobos ciertamente asusta, porque parece anunciarles peligros serios. Pero este es el desafío de la “Nueva Evangelización”. Además les da instrucciones muy precisas de que no lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias. O sea, los envía también aparentemente desprovistos de todo lo necesario desde el punto de vista humano, dando a entender que ellos deben confiar plenamente en las manos de Dios, y no solamente en sus capacidades humanas.

La misión es la de anunciar el Reino de Dios, pero Jesús deja algo que también es importante, clamar a Dios que envíe más trabajadores, porque la mies es mucha. Hay mucha gente que necesita de Jesús, necesita de una palabra de consuelo espiritual. Roguemos pues a Dios con total confianza, porque él sabe lo que necesitamos.
P. Lucimar, sf  


2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Está muy bien que que oremos para que el Señor nos pueda proveer de vocaciones al servicio del Reino de Dios. Pero ya en el momento que fuimos enviados por Jesucristo anunciar el Evangelio, parte de la responsabilidad recae en nosotros. Y nos preguntaremos, ¿cómo hacerlo?. Pues sólo hay que remetirse al testimonio de las primeras comunidades cristiana: que viven su llamada con alegría, alrededor de la Palabra anunciada por los apóstoles,se reunían para compartir su fe mediante la oración y la Eucaristía. Ponían todo lo que tenían (bienes) en las manos de los más débiles y desfavorecidos. A mí lo que más me llama la atención, es la actitud de confianza que se desprendía cuando se ponían en las manos del Señor, el cual todo lo puede, no confiando tanto en sus capacidades.Un abrazo

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