PORTUGUÊS
No dia 19 de março celebramos em toda a Igreja a festividade de São José, esposo da Virgem Maria e Padroeiro da Igreja.
Historicamente o que sabemos do esposo de Maria são somente alguns dados narrados pelos evangelistas Mateus e Lucas. A sua maior honra foi a que Deus lhe confiou, a de guardar os dois tesouros mais preciosos: Jesus e Maria. São Mateus nos diz que São José descende da família de Davi.
Para nós “Filhos da Sagrada Família Jesus, Maria e José”, não deixa de ser uma festa especial, porque o nosso Santo Pai Fundador, São José Manyanet dedicou a ele alguns pensamentos: “São José é un extraordinário homem, que mereceu ser escolhido pelo Pai Eterno […] para alimentar, consolar e custodiar os dois tesouros mais preciosos do céu e da terra”. [1]
Aquí na Espanha este dia também se celebra o “Dia do Seminário”, é um dia dedicado a orar pelas vocações ao ministério sacerdotal e como cada ano se pensa em um temário para orintar ao fiéis para rogar a Deus pelas vocações, o lema para este ano, é “O sacerdote, ministro da misericórdia de Deus”, é uma opotunidade especial já que o Papa Bento XVI dedicou este ano aos sacerdotes, também será uma ajuda para tomar conciência daqueles traços que são próprios dos sacerdotes e que serão os mesmos jovens que desejam ser um vocacionado ou até mesmo um seminarista, identificando-se com a pastoral da Igreja na Igreja e na sociedade atual da qual todos somos convidados a levar a misericórdia do Senhor, como já reflexionamos na liturgia do IV Domingo da Quaresma.
O tema da misericórdia vivida e anunciada pelo sacerdote se centra numa dimensão primária, originária e concreta da sua vocação: a relação com Cristo pastor misericordioso. Esta relação também deve ir crescendo gradual e paulatinamente durante os anos de formação no seminário.
Atualmente, os seminaristas e os sacerdotes são rostos de relações que modelam a forma de ser e a partir dessa espiritualidade que se va cultivando ano trás ano. São os chamados a triple condição teológica (servidores da Palavra, da liturgia e da comunidade), do mesmo modo a sua formação requer atitudes pessoais e espirituais coerentes com as funções do seu ministério. Por tanto, é no seminário o lugar mais apropriado para iniciar aos candidatos ao sacerdócio nas virtudes: da fé, da esperança, da caridade pastoral, da vida orante, do celibato, da pobreza, da disponibilidade obediente, da formação teológica, da fraternidade presbiteral... e principalmente nas atitudes de misericórdia!
Peçamos hoje pela intercessão de São José que nos envie santas e boas vocações, jovens dispostos a doar a sua vida polas famílias. E que nos conceda a todos nós que já estamos no caminho, a perseverança para seguir adiante com o propósito do Padre Manyanet, de “fazer de cada lar uma Nazareté”.
ESPAÑOL
El día 19 de marzo celebramos en toda la Iglesia la festividad de San José, esposo de la Virgen María y Patrono de la Iglesia universal.
De San José únicamente sabemos los datos históricos que San Mateo y San Lucas nos narran en el evangelio. Su más grande honor es que Dios le confió sus dos más preciosos tesoros: Jesús y María. San Mateo nos dice que era descendiente de la familia de David.
Para nosotros los “Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José” es una festividad muy especial, porque nuestro Santo Padre Fundador, San José Manyanet le dedicar algunos escritos del cual dice: que “es un extraordinario varón, que mereció ser elegido por el Eterno Padre […] para alimentar, consolar y custodiar los dos tesoros más ricos y preciosos del cielo y de la tierra”. [1]
En este día también se celebra el “Día del Seminario”, e como cada año se piensa en una temática para rogar a Dios por las vocaciones, pues el lema para este año, es “El sacerdote, testigo de la misericordia de Dios”, aprovechando que este año por invitación del Papa Benedicto XVI, dedicados a los Sacerdototes, también será una ayuda para tomar conciencia de aquellos rasgos que son propios de los sacerdotes y que han de ser los jóvenes que así lo deseen como un joven vocacionado o hasta un seminarista, que se identifique con la pastoral de la Iglesia en la Iglesia y en la sociedad actual de la cual todos somos invitados a llevar la misericordia del Señor, como ya reflexionamos en la liturgia del IV Domingo de la Cuaresma.
El tema de la misericordia vivida y testimoniada por el sacerdote se centra en una dimensión primordial y capital de su vocación concreta: la relación con Cristo pastor misericordioso. También esta relación debe ir creciendo gradual y paulatinamente durante los años de formación en el seminario.
Actualmente, seminaristas y sacerdotes son un haz de relaciones que modelan su forma de ser y espiritualidad. Llamados a la triple condición teológica (servidores de la Palabra, de la liturgia y de la comunidad), igualmente su formación reclama actitudes personales y espirituales coherentes con estas funciones que se darán en su ministerio. Por tanto, es el seminario el lugar más propio y único para iniciar a los candidatos al sacerdocio en las virtudes sacerdotales: la fe, la esperanza, la caridad pastoral, la vida orante, el celibato, la pobreza, la disponibilidad obediente, la formación teológica, la fraternidad presbiteral... ¡y las actitudes de misericordia!
Ante un panorama tan amplio, vamos a fijarnos en el tema de la misericordia como trabajo propio para esta campaña o jornada anual del Día del Seminario.
La teología del ministerio sacerdotal, basada en la Escritura y en la Tradición de la Iglesia, ha acuñado una fórmula que expresa fielmente la identidad del sacerdote: es signo sacramental de Cristo pastor. Esto significa que hay rasgos y actitudes que no pueden faltar en la vida de los pastores. De entre todos, el rasgo básico, primordial y de identificación vital del sacerdote con Cristo es su amor identificativo; esto es, encarna en sí las actitudes, acciones, comportamientos y sentimientos de Cristo.
Bajo la cobertura de este rasgo general, reflexionaremos acerca de la misericordia por medio de la cual el presbítero realiza su condición de ser signo sacramental de Cristo pastor.
Pidamos hoy por intercesión de San José que nos envíe jóvenes dispuestos a donar su vida por la familia. Y principalmente que dé a todos nosotros que ya estamos en el camino, perseverancia para seguir adelante con el propósito del Padre Manyanet, hacer de cada hogar un Nazaret.
Señor Jesús, que has querido guiar a tu pueblo mediante el ministerio de tus sacerdotes: ¡Gracias por tan preciado regalo a toda la humanidad! Cuida a cuantos has llamado a ser tus pastores y cólmalos con tu Gracia. Fortalece el corazón de aquellos jóvenes que están dispuestos a arriesgarlo todo por Ti para
ser testigos de tu misericordia entrañable, para partir, repartir y compartir el pan de la Palabra y de la Eucaristía. Amén.
Unidos en oración por las vocaciones...
P. Lucimar, sf
[1] José Manaynet, Obras Selectas, BAC, 667.
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